lunes, 28 de noviembre de 2011

que nada es por siempre jamás

Pasan los años, los días, las horas, y poco a poco y sin darte cuenta creces. Tus ojos ya no se nublan por la inocencia, te das cuenta de que las cosas no son fáciles que todo tiene su puesta en escena y sus gritos entre bastidores. No quieres, pero debes ver la realidad, con tus nuevas gafas con cristales de madurez y con un sexto sentido que te hace creer que ya nada volverá a ser igual. Poco a poco vas perdiendo tu esencia, maduras, te haces mayor, y cuando crees que ya has llegado a la edad en la que todo se entiende y por fin sabes comportarte como lo haría una persona adulta, entonces, justo en ese momento, empiezas a madurar.

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